martes, 29 de mayo de 2018

Y YA TENÉS 11!!!

 


Y ya tenés 11!!! Nuestra primer “ecografía” fue una foto chiquitita de tu cara, con unos pelos rarísimos, a la que nos aferramos unas semanas hasta que nos llegó la segunda, y nos dijimos: es un bombón! Eso y algún dato más fue lo que tuvimos de vos por un largo tiempo. Y cuando algunas organizaban bolsos para irse a la clínica, yo armaba valijas para ir a verte. Ese primer viaje, nuestro primer encuentro. Cargué ropita linda, la que por semanas metía y sacaba tratando de calcular si te entraría o no, juguetes que no sabía si serían como para vos, más miedos, ilusiones, incertidumbres y también un gran objetivo: convertirme en tu mamá. El vuelo era vía Miami y casi no dormí en toda la noche previa ni durante el viaje. En la escala tenía una ansiedad que no me entraba en el cuerpo. El preembarque, una muestra de lo que nos esperaba con una gran mayoría de haitianos. Miraba a los nenes y me preguntaba si vos serías así, si tu llanto sonaría similar, el brillo de tus ojos, tu risa. Al embarcar y tratar de subir mi carry on al espacio de guardado, el americano que me ayudó bromeó “Qué llevás ahí’ Mi vida, le dije. Era “ El dossier”, la carpeta, con informes psicológicos, médicos, económicos, traducciones, apostillados, copias y varios etc más. Todos los papeles necesarios que preparamos por meses a pedido de Bárbara, la directora del orfanato. Me acompañaba mi hermana, que, al igual que el resto de mi familia, ( y mi marido un poco también) pensaban que estaba loca. Claro, todo lo que tenía y a través de lo que me comunicaba con el hogar era un mail. Podía ser cualquier cosa, una estafa, una pésima broma. Pero yo estaba segura de que sucedería lo correcto. En esa hora de vuelo mi cabeza estallaba. El piloto anunció que nos aproximábamos a Puerto Príncipe y la silueta de la isla se dibujó en la ventanilla. Al comenzar a descender y previo al aterrizaje, varios pasajeros empezaron a hacer un rezo y batir sus manos acompañándolo. Era por el miedo al avión, me explicaron luego. Ya me comenzaban a rodear costumbres desconocidas. En el precario aeropuerto sonaba una banda de música creole, y ya no aguanté la emoción y empecé a llorar mientras atravesábamos la pista. Los empujones para buscar el equipaje y pasar la aduana me devolvieron a la realidad de un cachetazo. Ya me habían advertido de no pasar los límites del edificio, que la directora nos buscaría ahí. Al asomarnos, dos mujeres blancas, claramente turistas, con varias valijas (llevábamos donaciones recolectadas en BsAs), un objetivo fácil. Nos ofrecían llevarnos adonde quisiéramos a una tarifa bajísima, llamar de sus celulares a quien quisiéramos, pero nos mantuvimos esperando hasta que llegó ella, y a pesar de sólo haberla visto en un par de fotos, la abracé. Confieso que al acercarme a la camioneta del orfanato esperaba ver tu cara. Sabía que muchas veces llevaban a los bebes al aeropuerto a recibir a su “forever family”. Pero Bárbara nos explicó que no puedo hacerlo porque tu nanny estaba ocupada preparando la partida de varias familias. Salimos rumbo al hogar atravesando calles destruídas, repletas de gente que caminaba de un lado para el otro, otras con un pequeño “puesto” de venta de objetos, de ropa usada. Nenes desnudos, o con sólo una remera raída, perros flacos, precariedad, pobreza extrema, calor, mal olor, todo me tenia shockeada. Finalmente llegamos a un portón azul y supe que era ahí. De nuevo mi corazón empezó a latir fuerte. Avanzamos por la callecita y miraba cada chiquito tratando de descubrirte. Pero no. Estabas en tu cuarto, en el primer piso, junto con otros 6 bebés. Te bajaron y te alcé. Me miraste sin entender nada. Me acuerdo que lloré. Me acuerdo que me sonreíste. Y me acuerdo que ahí me convertí en tu mamá, aunque fueron necesarios varios viajes más para traerte a casa.
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Texto subido a mi Instagram @janajanitablog
En este texto hay un error, mi dossier ó carpeta la había enviado varios meses antes
de viajar a conocer a Christ. Confundí esta situación en el avión que sucedió
cuando viajé a conocer a Phadeline.





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