Y ahí, cuando pensás que ya sabés varias cosas, que nada te sorprenderá tanto, apareciste vos. Sabíamos que queríamos una nena, pero no una bebé. Con 2 años y medio que parecían menos, unos cachetes enormes, casi sin cuello y un orgullo que te llevaba del amor al odio en dos segundos. Nuevamente fotos, una edad que nos asustaba, cómo sería la adaptación de una nena más grande? Y nuevamente nos tiramos a la pileta. Viajé sola a conocerte, necesitaba un mano a mano con vos. No fuiste fácil, tenías puesto tu escudo protector que te sacabas de a ratos. Quién sabe con qué cosas habrías lidiado en tu cortísima edad. Te conocí, estuvimos unos días juntas, dejé los papeles y volví a BsAs. Sabía que la pròxima vez que te vería sería para traerte a tu nuevo hogar. Te dejé de la mano de Lawanna, una americana que oficiaba de “abuela” de los más chiquitos. Te fuiste caminando con ella con un vestidito azul y se me partió el corazón. Hacía poco más de un año un terrible terremoto la ciudahabía destruído la ciudad, y todo estaba tal cual. El miedo a que algo similar ocurriese, o un brote de cólera, ó alguna fiebre alta con la que no pudiesen lidiar.
No podía viajar, tenía a Christ aún chico y estábamos poniendo todo nuestro esfuerzo en terminar la nueva casa antes de tu llegada, para que no tuvieses que mudarte dos veces. Ya la comunicación con el orfanato era más fluída, existía facebook y muchas muchas familias argentinas estaban en el mismo proceso. Me llegaban fotos y alguna noticia. El trámite y la obra avanzaban casi paralelamente. El ocuparme de eso me ayudaba a manejar la ansiedad y bloquear los miedos. “Falta el último tramo y el pasaporte”, me anunció la directora. Nos mudamos sin gas, para apurar las cosas. Se venían las vacaciones de invierno e iba a ser muy complicado conseguir pasajes en los pròximos meses. Así que calculé más o menos, y partí, con fecha de ida y de vuelta. Me acuerdo que el día anterior estuve en la guardia porque se sentía mal. Esos días paré en el orfanato, al principio deambulabas con tus amigos todo el día y a la noche venías conmigo. Tardabas siglos en dormirte (como ahora) Con el correr del tiempo te quedabas más en mi “cuarto”. Recuerdo un día que estábamos todos preparándonos para hacer un “paseo” por Puerto Príncipe, vos notaste el movimiento y no te despegaste de mí. Fuimos varias flias y te portaste genial, simpática y sociable como ahora. Ya venías para que te bañe yo, bah, juntas, a puro jarrito y palangana. Cuando hoy te cuento que no existía el agua corriente, que se sacaba con una bomba a mano y que no se podía tomar si no se filtraba antes, me mirás con los ojos grandes y sonrisa dulce. Se acercaba la fecha de la vuelta y cada vez que veía que venían de la calle, preguntaba por novedades. El día anterior me dicen, tenemos pasaporte! Pero tiene un error en el nombre. Noooo!!! Si quería cambiar el pasaje tenía que esperar un mes para conseguir lugar, era pleno julio. Me recontraprometen que me lo re emiten para el día siguiente. Rezando para que no se corte la luz, no se queden sin tinta, sin papel, sin tapas, o lo que sea. “Para mañana a las 12 pm lo tenés”. A las 15 tenía que partir al aeropuerto. Armé valijas con vos ahí, mirando todo. Nos bañamos, cambiamos. Te ibas a jugar con tus amigos pero no muy lejos. Y llegò el pasaporte! Y partimos al aeropuerto, contentas, y yo un poco preocupada por tu carácter. Y no fue en vano. El primer escándalo fue cuando te quise abrochar el cinturón en el avión, tramo Pto Príncipe-Panamá. Gritos, llantos, retorcijones y patadas, y todo el mundo mirándome, más la azafata retándome. Te dormiste a upa después de tal descarga emocional. Segundo tramo, lo mismo. Mismo escándalo, sòlo que ahí me dormí yo primero porque volaba de fiebre. Al llegar a BsAs, nos esperaban abuelos, Mariano y Christ. Te puse en brazos de tu papá y me acosté. Con ellos recorriste tus primeras horas acá.
No podía viajar, tenía a Christ aún chico y estábamos poniendo todo nuestro esfuerzo en terminar la nueva casa antes de tu llegada, para que no tuvieses que mudarte dos veces. Ya la comunicación con el orfanato era más fluída, existía facebook y muchas muchas familias argentinas estaban en el mismo proceso. Me llegaban fotos y alguna noticia. El trámite y la obra avanzaban casi paralelamente. El ocuparme de eso me ayudaba a manejar la ansiedad y bloquear los miedos. “Falta el último tramo y el pasaporte”, me anunció la directora. Nos mudamos sin gas, para apurar las cosas. Se venían las vacaciones de invierno e iba a ser muy complicado conseguir pasajes en los pròximos meses. Así que calculé más o menos, y partí, con fecha de ida y de vuelta. Me acuerdo que el día anterior estuve en la guardia porque se sentía mal. Esos días paré en el orfanato, al principio deambulabas con tus amigos todo el día y a la noche venías conmigo. Tardabas siglos en dormirte (como ahora) Con el correr del tiempo te quedabas más en mi “cuarto”. Recuerdo un día que estábamos todos preparándonos para hacer un “paseo” por Puerto Príncipe, vos notaste el movimiento y no te despegaste de mí. Fuimos varias flias y te portaste genial, simpática y sociable como ahora. Ya venías para que te bañe yo, bah, juntas, a puro jarrito y palangana. Cuando hoy te cuento que no existía el agua corriente, que se sacaba con una bomba a mano y que no se podía tomar si no se filtraba antes, me mirás con los ojos grandes y sonrisa dulce. Se acercaba la fecha de la vuelta y cada vez que veía que venían de la calle, preguntaba por novedades. El día anterior me dicen, tenemos pasaporte! Pero tiene un error en el nombre. Noooo!!! Si quería cambiar el pasaje tenía que esperar un mes para conseguir lugar, era pleno julio. Me recontraprometen que me lo re emiten para el día siguiente. Rezando para que no se corte la luz, no se queden sin tinta, sin papel, sin tapas, o lo que sea. “Para mañana a las 12 pm lo tenés”. A las 15 tenía que partir al aeropuerto. Armé valijas con vos ahí, mirando todo. Nos bañamos, cambiamos. Te ibas a jugar con tus amigos pero no muy lejos. Y llegò el pasaporte! Y partimos al aeropuerto, contentas, y yo un poco preocupada por tu carácter. Y no fue en vano. El primer escándalo fue cuando te quise abrochar el cinturón en el avión, tramo Pto Príncipe-Panamá. Gritos, llantos, retorcijones y patadas, y todo el mundo mirándome, más la azafata retándome. Te dormiste a upa después de tal descarga emocional. Segundo tramo, lo mismo. Mismo escándalo, sòlo que ahí me dormí yo primero porque volaba de fiebre. Al llegar a BsAs, nos esperaban abuelos, Mariano y Christ. Te puse en brazos de tu papá y me acosté. Con ellos recorriste tus primeras horas acá.
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Texto publicado en mi Instagram @janajanitablog
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