martes, 29 de mayo de 2018

PHADELINE



Y ahí, cuando pensás que ya sabés varias cosas, que nada te sorprenderá tanto, apareciste vos. Sabíamos que queríamos una nena, pero no una bebé. Con 2 años y medio que parecían menos, unos cachetes enormes, casi sin cuello y un orgullo que te llevaba del amor al odio en dos segundos. Nuevamente fotos, una edad que nos asustaba, cómo sería la adaptación de una nena más grande?  Y nuevamente nos tiramos a la pileta. Viajé sola a conocerte, necesitaba un mano a mano con vos. No fuiste fácil, tenías puesto tu escudo protector que te sacabas de a ratos. Quién sabe con qué cosas habrías lidiado en tu cortísima edad. Te conocí, estuvimos unos días juntas, dejé los papeles y volví a BsAs. Sabía que la pròxima vez que te vería sería para traerte a tu nuevo hogar. Te dejé de la mano de Lawanna, una americana que oficiaba de “abuela” de los más chiquitos. Te fuiste caminando con ella con un vestidito azul y se me partió el corazón. Hacía poco más de un año un terrible terremoto  la ciudahabía destruído la ciudad, y todo estaba tal cual. El miedo a que algo similar ocurriese, o un brote de cólera, ó alguna fiebre alta con la que no pudiesen lidiar.
 No podía viajar, tenía a Christ aún chico y estábamos poniendo todo nuestro esfuerzo en terminar la nueva casa antes de tu llegada, para que no tuvieses que mudarte dos veces. Ya la comunicación con el orfanato era más fluída, existía facebook y muchas muchas familias argentinas estaban en el mismo proceso. Me llegaban fotos y alguna noticia. El trámite y la obra avanzaban casi paralelamente. El ocuparme de eso me ayudaba a manejar la ansiedad y bloquear los miedos. “Falta el último tramo y el pasaporte”, me anunció la directora. Nos mudamos sin gas, para apurar las cosas. Se venían las vacaciones de invierno e iba a ser muy complicado conseguir pasajes en los pròximos meses. Así que calculé más o menos, y partí, con fecha de ida y de vuelta. Me acuerdo que el día anterior estuve en la guardia porque se sentía mal. Esos días paré en el orfanato, al principio deambulabas con tus amigos todo el día y a la noche venías conmigo. Tardabas siglos en dormirte (como ahora) Con el correr del tiempo te quedabas más en mi “cuarto”. Recuerdo un día que estábamos todos preparándonos para hacer un “paseo” por Puerto Príncipe, vos notaste el movimiento y no te despegaste de mí. Fuimos varias flias y te portaste genial, simpática y sociable como ahora. Ya venías para que te bañe yo, bah, juntas, a puro jarrito y palangana. Cuando hoy te cuento que no existía el agua corriente, que se sacaba con una bomba a mano y que no se podía tomar si no se filtraba antes, me mirás con los ojos grandes y sonrisa dulce.  Se acercaba la fecha de la vuelta y cada vez que veía que venían de la calle, preguntaba por novedades. El día anterior me dicen, tenemos pasaporte! Pero tiene un error en el nombre. Noooo!!! Si quería cambiar el pasaje tenía que esperar un mes para conseguir lugar, era pleno julio. Me recontraprometen que me lo re emiten para el día siguiente. Rezando para que no se corte la luz, no se queden sin tinta, sin papel, sin tapas, o lo que sea. “Para mañana a las 12 pm lo tenés”. A las 15 tenía que partir al aeropuerto. Armé valijas con vos ahí, mirando todo. Nos bañamos, cambiamos. Te ibas a jugar con tus amigos pero no muy lejos. Y llegò el pasaporte! Y partimos al aeropuerto, contentas, y yo un poco preocupada por tu carácter. Y no fue en vano. El primer escándalo fue cuando te quise abrochar el cinturón en el avión, tramo Pto Príncipe-Panamá. Gritos, llantos, retorcijones y patadas, y todo el mundo mirándome, más la azafata retándome. Te dormiste a upa después de tal descarga emocional. Segundo tramo, lo mismo. Mismo escándalo, sòlo que ahí me dormí yo primero porque volaba de fiebre.  Al llegar a BsAs, nos esperaban abuelos, Mariano y Christ. Te puse en brazos de tu papá y me acosté. Con ellos recorriste tus primeras horas acá.
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Texto publicado en mi Instagram @janajanitablog



Y YA TENÉS 11!!!

 


Y ya tenés 11!!! Nuestra primer “ecografía” fue una foto chiquitita de tu cara, con unos pelos rarísimos, a la que nos aferramos unas semanas hasta que nos llegó la segunda, y nos dijimos: es un bombón! Eso y algún dato más fue lo que tuvimos de vos por un largo tiempo. Y cuando algunas organizaban bolsos para irse a la clínica, yo armaba valijas para ir a verte. Ese primer viaje, nuestro primer encuentro. Cargué ropita linda, la que por semanas metía y sacaba tratando de calcular si te entraría o no, juguetes que no sabía si serían como para vos, más miedos, ilusiones, incertidumbres y también un gran objetivo: convertirme en tu mamá. El vuelo era vía Miami y casi no dormí en toda la noche previa ni durante el viaje. En la escala tenía una ansiedad que no me entraba en el cuerpo. El preembarque, una muestra de lo que nos esperaba con una gran mayoría de haitianos. Miraba a los nenes y me preguntaba si vos serías así, si tu llanto sonaría similar, el brillo de tus ojos, tu risa. Al embarcar y tratar de subir mi carry on al espacio de guardado, el americano que me ayudó bromeó “Qué llevás ahí’ Mi vida, le dije. Era “ El dossier”, la carpeta, con informes psicológicos, médicos, económicos, traducciones, apostillados, copias y varios etc más. Todos los papeles necesarios que preparamos por meses a pedido de Bárbara, la directora del orfanato. Me acompañaba mi hermana, que, al igual que el resto de mi familia, ( y mi marido un poco también) pensaban que estaba loca. Claro, todo lo que tenía y a través de lo que me comunicaba con el hogar era un mail. Podía ser cualquier cosa, una estafa, una pésima broma. Pero yo estaba segura de que sucedería lo correcto. En esa hora de vuelo mi cabeza estallaba. El piloto anunció que nos aproximábamos a Puerto Príncipe y la silueta de la isla se dibujó en la ventanilla. Al comenzar a descender y previo al aterrizaje, varios pasajeros empezaron a hacer un rezo y batir sus manos acompañándolo. Era por el miedo al avión, me explicaron luego. Ya me comenzaban a rodear costumbres desconocidas. En el precario aeropuerto sonaba una banda de música creole, y ya no aguanté la emoción y empecé a llorar mientras atravesábamos la pista. Los empujones para buscar el equipaje y pasar la aduana me devolvieron a la realidad de un cachetazo. Ya me habían advertido de no pasar los límites del edificio, que la directora nos buscaría ahí. Al asomarnos, dos mujeres blancas, claramente turistas, con varias valijas (llevábamos donaciones recolectadas en BsAs), un objetivo fácil. Nos ofrecían llevarnos adonde quisiéramos a una tarifa bajísima, llamar de sus celulares a quien quisiéramos, pero nos mantuvimos esperando hasta que llegó ella, y a pesar de sólo haberla visto en un par de fotos, la abracé. Confieso que al acercarme a la camioneta del orfanato esperaba ver tu cara. Sabía que muchas veces llevaban a los bebes al aeropuerto a recibir a su “forever family”. Pero Bárbara nos explicó que no puedo hacerlo porque tu nanny estaba ocupada preparando la partida de varias familias. Salimos rumbo al hogar atravesando calles destruídas, repletas de gente que caminaba de un lado para el otro, otras con un pequeño “puesto” de venta de objetos, de ropa usada. Nenes desnudos, o con sólo una remera raída, perros flacos, precariedad, pobreza extrema, calor, mal olor, todo me tenia shockeada. Finalmente llegamos a un portón azul y supe que era ahí. De nuevo mi corazón empezó a latir fuerte. Avanzamos por la callecita y miraba cada chiquito tratando de descubrirte. Pero no. Estabas en tu cuarto, en el primer piso, junto con otros 6 bebés. Te bajaron y te alcé. Me miraste sin entender nada. Me acuerdo que lloré. Me acuerdo que me sonreíste. Y me acuerdo que ahí me convertí en tu mamá, aunque fueron necesarios varios viajes más para traerte a casa.
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Texto subido a mi Instagram @janajanitablog
En este texto hay un error, mi dossier ó carpeta la había enviado varios meses antes
de viajar a conocer a Christ. Confundí esta situación en el avión que sucedió
cuando viajé a conocer a Phadeline.